Evaluar las competencias digitales de los docentes es una cuestión fundamental a la hora de formar profesores capaces de ofrecer una educación de calidad que responda a los retos del siglo XXI. Pero, ¿qué es un docente digitalmente competente? ¿Qué debe saber hacer? Y sobre todo, ¿cómo les ayudamos a desarrollar sus competencias digitales?
Proporcionar a los docentes herramientas para conocer en qué punto del camino se encuentran podría ser un primer paso lógico. Dotarles de herramientas que les permitan identificar sus propias competencias, lo que saben y no saben sobre el uso de tecnología en el ámbito pedagógico y mostrarles cómo pueden evolucionar, es vital para favorecer su competencia digital y su desarrollo profesional.
¿Y cómo crear un instrumento que estimule el desarrollo y la actualización progresiva de los docentes en el contexto de la tecnología educacional? Para responder a esta pregunta, nació la Herramienta de Autoevaluación de las Competencias Digitales Docentes, desarrollada por el Centro de Innovación para la Educación Brasileña (CIEB), y adoptada y adaptada por la Fundación ProFuturo.La Herramienta que se desarrolló para ser un inductor del desarrollo profesional, persigue un doble objetivo: promover la reflexión de los docentes acerca de sus propios conocimientos y del uso que hacen de las tecnologías digitales en su práctica cotidiana, y ofrecerles orientación sobre cómo desarrollarse en estas competencias. Por eso, más que ofrecer un diagnóstico cerrado, se ha concebido como el inicio de un camino hacia el crecimiento profesional.
Para cumplir este doble objetivo, la autoevaluación se estructura en dos etapas fundamentales: un cuestionario, que permite identificar el nivel de competencias digitales de la persona que lo realiza, y un informe final, que en función de los resultados obtenidos en el cuestionario, aporta al docente directrices para su desarrollo profesional y les convierte, además, en protagonistas de este desarrollo.
El cuestionario consta de 23 preguntas distribuidas en tres áreas que evalúan 12 competencias en total, cuatro por cada área.
El área de pedagogía evalúa componentes como la integración de las tecnologías digitales en la práctica pedagógica, la evaluación, la personalización del aprendizaje y la curaduría y creación de recursos digitales; el área de ciudadanía digital evalúa el uso responsable, seguro y crítico de estas tecnologías , así como su uso para promover la equidad y la inclusión; por último, el área de desarrollo profesional evalúa la utilización de las tecnologías para su autodesarrollo y formación, para su autoevaluación, para el intercambio de ideas, prácticas y recursos, y para la comunicación con otros agentes y actores educativos.
Por su parte, el informe de resultados, muestra el perfil docente en cinco niveles de desarrollo por cada área y competencia: exposición (cuando no hay uso de las tecnologías en la práctica pedagógica o este uso es solo personal), familiarización (cuando el profesor empieza a conocer y a usar puntualmente las tecnologías en sus actividades), adaptación (cuando las tecnologías se usan periódicamente y pueden estar integradas en la planificación de actividades pedagógicas), integración (cuando el uso de las tecnologías es frecuente en la planificación de las actividades y en la interacción con los alumnos) y transformación (cuando el docente utiliza las tecnologías de forma innovadora, comparte con los compañeros y realiza proyectos colaborativos más allá de la escuela). El informe no solo expone los resultados, sino que aporta recomendaciones y sugerencias de recursos para seguir formándose en aquellos aspectos que puedan mejorarse.
¿Por qué una autoevaluación?
La autoevaluación es solo una de las muchas maneras de evaluar competencias. Entre los beneficios de la autoevaluación podemos mencionar los siguientes:
- La efectividad de las formaciones se maximiza cuando los profesores tienen una comprensión clara y objetiva de sus desafíos y áreas de aprendizaje. Esta claridad permite identificar oportunidades de desarrollo de manera más precisa y eficaz, tanto para los docentes individuales que buscan mejorar sus habilidades, como para los gestores educativos encargados de su desarrollo. Como veremos más adelante, al contar con información precisa, los gestores pueden organizar formaciones significativas y adaptadas a las necesidades reales de los profesores.
- Empoderamiento y autonomía profesional. Al permitir que los profesionales se autoevaluen, se les brinda la oportunidad de impulsar su propio crecimiento y de buscar oportunidades de formación que se ajusten a sus necesidades individuales, dotando así a su desarrollo profesional de un significado más profundo. Este proceso requiere que los docentes estén dispuestos a reflexionar sobre sus métodos y comprendan la importancia central que desempeñan en su trayectoria profesional.
- Las ventajas de una evaluación formativa. En el contexto de las evaluaciones de los docentes de escuelas públicas, a menudo realizadas por administradores escolares y entidades gubernamentales educativas, y ocasionalmente por sus colegas, estas evaluaciones tienden a ser predominantemente acumulativas. En muchas ocasiones, excluyen la participación activa de los profesores y se centran principalmente en los resultados de aprendizaje de los estudiantes. La autoevaluación, por su naturaleza intrínseca, es esencialmente formativa.
Un gran potencial para las administraciones públicas
En la era digital, los datos se han convertido en un recurso invaluable para mejorar las políticas públicas en educación. La recopilación y el análisis de datos permiten identificar patrones, áreas de mejora y éxitos en el sistema educativo. De esta manera, los responsables de la formulación de políticas pueden tomar decisiones informadas y más precisas.
En este sentido, los datos recopilados por la Herramienta, convenientemente anonimizados, pueden ser muy útiles para orientar la planificación de las autoridades educativas. Esto significa promover oportunidades de aprendizaje y desarrollo de habilidades para los profesores. Por ejemplo, en Brasil, el CIEB, utilizó los datos para crear unos espacios de formación y experimentación tecnológica para los profesores, donde estos, en parejas y grupos, experimentan con diferentes tecnologías y, a partir de su experimentación, elaboran una planificación pedagógica sobre cómo podrían utilizar estas tecnologías con sus alumnos. Estos centros se han convertido en política pública del Ministerio de Educación, que ha decidido poner en marcha una política de creación de estos laboratorios de experimentación tecnológica.
No estamos en una época de cambios, sino en un cambio de época. Estamos al principio de un largo y apasionante camino. En términos sociales, nos encontramos ante una transformación que, como hiciera la imprenta en su día, podría suponer un salto cualitativo inmenso en la democratización del acceso a una educación de calidad. Sin embargo, la introducción de la tecnología no es suficiente si no va de la mano de la innovación social y de la innovación pedagógica. Y para eso, los docentes son fundamentales. Colaborar en su desarrollo competencial digital, con una evaluación para la metacognición, para la mejora real de su expertise pedagógico y didáctico es vital para que se conviertan en líderes de un cambio que debemos emprender cuanto antes.
Referencias
Fundación ProFuturo. 2022. Herramienta de Autoevaluación de Competencias Digitales para Docentes. Nota Técnica.